14 curiosidades que ya habrás leído sobre Franz Kafka (o no)

0

Todo el mundo es conocedor del carácter melancólico de Kafka, el escritor checo que, pese a querer que sus escritos no salieran a la luz, tiene un hueco en las estanterías de más de la mitad de los hogares españoles. Aunque él no lo hubiera querido, pero Kafka ha conseguido llegar a nuestro intelecto, ocupar horas en clubs de lectura y ensayos sobre su obra y personalidad. 


Os traigo catorce curiosidades de los mundos ocultos de Kafka. ¿Conocíais alguna de ellas? 


🔻🔻


1.- Seguro que el nombre de Max Brod os suena. Él era un buen amigo de Kafka, además de su biógrafo. Un día, Kafka le dijo que quemase todo sus escritos. ¿Creéis que le hizo caso? NO. De hecho, gracias a Brod, hoy tenemos más de diez novelas publicadas en español. 


2.- Sigamos con Max Brod. Él era mucho más extrovertido que su amigo (eso era fácil), y se dedicaba a alardear de las dotes de Franz como escritor delante de los editores, ya que Kafka jamás estaba seguro de lo que escribía. Extrovertido y humilde, si tenemos en cuenta que Brod también era escritor. 


3.- Kafka era de clase humilde, siempre vistió como si fuese un pequeño-burgués. Trabajaba en una compañía de seguros, la Generalli, en activo desde 1831. ¿A que os suena? ¡Pues todavía no han cerrado! Vamos, que podría parecer que Kafka era un oficinista normal, pero su mundo interior era complejo. Muy complejo. No sé yo sin darían ganas de asomarse a su alma. 


4.- La relación con su padre era mala, malísima. Él era vegetariano, amante de la literatura, le agobiaba la familia. Sufría de insomnio, así que solo escribía por la noche. No le convencían los borradores. Una noche del 23 de septiembre de 1912, escribió en su diario:


Esta historia, La condena, la he escrito de un tirón durante la noche del 22 al 23, entre las diez de la noche y las seis de la mañana. Casi no podía sacar de debajo del escritorio mis piernas, que se me habían quedado dormidas de estar tanto tiempo sentado. La terrible tensión y la alegría a medida que la historia iba desarrollándose delante de mí, a medida que me iba abriendo paso por sus aguas. Varias veces durante esta noche he soportado mi propio peso sobre mis espaldas. Cómo puede uno atreverse a todo, como está preparado para todas, para las más extrañas ocurrencias, un gran fuego en el que mueren y resucitan. Cómo empezó a azulear delante de la ventana. Pasó un carro. Dos hombres cruzaron el puente. La última vez que miré el reloj eran las dos. En el momento en que la criada atravesó por vez primera la entrada escribí la última frase. Apagar la lámpara, claridad del día. Ligeros dolores cardiacos. El cansancio que desaparece a mitad de la noche… El corroborado convencimiento de que cuando trabajo en mi novela me encuentro en vergonzosos abismos de la escritura. Solo así es posible escribir, solo con esa cohesión, con total tensión del cuerpo y el alma.


5.- La condena es un texto que ha pasado por multitud de investigadores y tesis en busca de diversas interpretaciones. Pero Kafka lo dejó muy claro en una carta que escribió en junio de 1913: "La condena no se puede explicar". ¡Pues haber empezado por ahí! Porque si Kafka viviese en el mundo del siglo XXI, no le habrían publicado este libro. Sus relatos no tienen marcado un conflicto, todo parece muy deshilachado. Por ejemplo, en El proceso no se sabe por qué le condenan. El castillo se hace demasiado largo, lo escribió cuando Kafka estaba peor de su tuberculosis y sus problemas nerviosos, y eso se nota. De hecho, comenzó esta historia en un balneario de montaña, al que fue para recuperarse. Podría decirse que El castillo es una novela sin final. 


6.- Tuvo una prometida, Felice, con la que nunca se llegó a casar, ya que no soportaba el matrimonio; de hecho, su relación más sólida fue la que mantuvo en la distancia con Milena Jesenska (Soy Milena de Praga, de Monica Zgustová, Galaxia Gutenberg, 2024). 


7.- Milena, casada con Ernest Pollack en un matrimonio no muy feliz, se convirtió en su traductora al checo (la lengua materna de los judíos checos era el alemán), y Franz se empezó a cartear con ella. Así fue como poco a poco se enamoraron. Pero solo en la distancia, pues llegó la hora de quedar, y él le fue dando largas cuando Milena quiso verse con él en Viena. ¿Por qué? Y esto ya riza el rizo de lo kafkiano, porque Kafka y las relaciones sexuales no eran amigos. No obstante, ella supo entenderlo y le dio su espacio. Finalmente, con cariño y paciencia, se vieron en Viena, donde Kafka pasó, seguramente, los cuatro mejores días de su vida


8.- Volvamos con Max Brod, su mejor amigo. Este huyó a Israel en la Segunda Guerra Mundial, y le dejó el legado de Kafka a su amiga y secretaria Esther Hoffe. No obstante, el gobierno hebreo luchó con uñas y dientes para conseguir todo lo que había dejado Kafka. Y, no contentos con eso, Alemania también quiso llevarse los textos de Kafka. En resumidas cuentas, fue un litigio largo y penoso, en que el ejército israelí incluso llegó a detener a Esther Hoffe en el aeropuerto de Tel Aviv para que les diera el legado. Vamos, un culebrón literario que bien merecería una película


9.- Por supuesto, la historia terminó bien para Esther, la justicia le dio la razón. Pero ella, por temor a que esto no acabase, escondió los papeles de Kafka en una caja fuerte en un banco de Zurich. Un buen escondite que tendré en cuenta para futuras ocasiones.


10.- No obstante la señora Esther no conservó todo el legado de Kafka, y El proceso se subastó en Sotheby's, y lo recibió, por fortuna, una universidad alemana. Pasado el tiempo, Hoffe dejó las obras de Kafka a su hija Eva. E Israel, como no podía estarse quieto, provocó otro litigio. Por cierto, pensad que Kafka JAMÁS pisó Israel ni se consideraba judío. 


11.- Vamos a terminar con todo este lío de juicios. Pero no creáis que el fin ocurrió hace décadas, sino en 2016. Una jueza de Tel Aviv dictaminó que los papeles de Kafka tenían que terminar en la Biblioteca Nacional de Israel. Todo muy coherente. Por supuesto, Eva Hoffe se sintió casi violada, y estuvo a punto de quemarlo todo. Y menos mal que no lo hizo, porque hubiese ido a la cárcel. 


12.- Cuando Kafka murió en 1924 por tuberculosis, era un escritor poco conocido. ¿Y quién fue el responsable de que hoy Kafka sea uno de los escritores más conocido del mundo? Exacto, su fiel amigo Max Brod, quien escribió: 


"... Uno de los más grandes poetas y de las más puras personas de todos los tiempos (...) Franz, en mi opinión, subestimaba severamente sus obras (...) Esto no se contradice con el hecho de que sus escritos le hicieran muy feliz, aunque él los denominaba "garabatos".


13.- Por supuesto, no dejó testamento, sí dos notas para Max Brod, en la que le cedía todos sus escritos, pero con una oscura misión: destruirlos. "Mi queridísimo Max, mi último pedido: que todo lo que sea parte de mi legado en forma de diarios, manuscritos, cartas, dibujos, etc. sea quemado en su totalidad y sin ser leídos". ¿Creéis que le hizo caso? NO. Brod recopiló sus escritos sueltos, su diario, se convirtió en el albacea de toda su obra y el impulsor de su legado. ¡Más amigos así, por favor!


14.- En otra nota le comentaba los libros que más merecían la pena. Os dejo esa nota. Desde luego, no era la personificación del positivismo. 


Quizás esta vez no me recupere. Después de un mes de fiebre pulmonar, la aparición de la neumonía es bastante probable, y ni siquiera escribirlo pueda evitarla, aunque la escritura tiene cierto poder.

Para esta eventualidad, por tanto, aquí está mi última voluntad con respecto a todo lo escrito por mí. De todo lo que he escrito, sólo cuentan los libros: El juicio, América, La metamorfosis, La colonia penitenciaria, Un médico rural y la historia: Un artista del hambre. (Pueden quedar algunas pocas copias de Contemplación. No quiero causarle a nadie la molestia de destruir los ejemplares; pero no se puede reimprimir).

Cuando digo que solo esos cinco libros y la historia cuentan, no me refiero a que quiero que se reimpriman y conserven para tiempos futuros. Al contrario, se perderán por completo, de acuerdo con mi verdadero deseo. Es solo que no voy a impedir a nadie, dado que ya están allí, que los retenga, si así lo desea. Por otro lado, todo lo demás que he escrito (impreso en publicaciones periódicas y en forma de manuscritos y cartas) debe, sin excepción (...) (aunque no voy a evitar que le eches un vistazo; prefiero, sin embargo, que no lo hagas y, en cualquier caso, nadie más debe poder verlos), ser quemado lo antes posible.




La verdad es que Kafka gusta más después de su muerte. De hecho, hay muchos ensayos que cuentan todos los entresijos de su obra y lo que ocurrió después con ella. Me pregunto, ¿qué diría Kafka si viese su producción literaria en hogares de medio mundo? 


*Fuentes: 
      1) "Los que se van no opinan. De Franz Kafka a Gabriel García Márquez", de Sabina Frieldjudssën, en Librújula Revista de Libros, Número 54. 
      2) "Kafka no duerme", de Antonio Iturbe, en Librújula Revista de Libros, Número 54. 


Entradas que pueden interesarte

Sin comentarios