P.- ¿De qué trata El faro?
Hola, María y lectores de La boca del libro. Cambio de género en cada novela que escribo y esta
vez tocaba una historia muy corta, 140 páginas con ilustraciones, en la que
mezclo tres obsesiones cinematográficas: Alien
(1979), La cosa (1982) y The Blob (1988), más la Biblia como
texto. Quería abordar el asunto extraterrestre con el componente de miedo y
claustrofobia, y la mejor manera que se me ocurrió fue partiendo de ciertas
películas que me suelo ver todos los años dos o tres veces. A eso hay que
añadirle la subtrama de una relación paternofilial, algo muy presente en
prácticamente todo lo que escribo.
P.- ¿Cómo son los
personajes que nos vamos a encontrar?
Personas normales empujadas por acontecimientos que les
sobrepasan. Así de sencillo. Los héroes los dejamos para los cómics y la
películas esas de Hollywood, malas como pegar a un padre, pero que recaudan
millones y millones. Eso sí, hay pocos personajes. No necesitaba muchos porque
me centré en contar la vida en un faro de principios del siglo XIX. De aquella
era todo muy básico. Los faros funcionaban con un sistema parecido al de los
relojes de cuerda, no había electricidad y el sistema de agua potable era nulo.
Normalmente, con tres fareros estaba todo arreglado. Una vida dura y que no
estaba hecha para cualquiera, por lo que no sobraban candidatos para trabajar
en cuanto el barco zarpaba de puerto.
P.- ¿Nos podrían
contar algunas curiosidades sobre el oficio del farero?
El oficio ha ido cambiando según avanzaba la tecnología. Yo
he elegido una época muy básica en la que no hay que idealizar una faena para
la que había que mentalizarse a conciencia. Se tenía que convivir con personas
que no conocías de casi nada durante seis semanas, sin radio, sin televisión,
sin contacto con el mundo exterior, manipulando el mercurio sobre el que
giraban las lentes y cobrando poco dinero. Te dejaban en la isla y ahí te las
apañases durante lo que durase el turno, que podía incrementarse por el mal
tiempo. Si te quieres morir, es cosa tuya, pero nadie iba a ir para preguntarte
qué tal estabas o si se habían estropeado las reservas de alimentos.
P.- ¿Por qué has
querido ambientar la historia en Finlandia, en 1907?
La isla en la que me centro se llama Bengtskär, el lugar
más austral habitado en Finlandia. Elegí la isla antes de que construyesen un
edificio contiguo al faro, que sirvió para albergar a las familias de los
sufridos fareros. Cualquiera puede buscar esa isla en internet. Me parece un
lugar con mucho encanto, aunque sin idealizarlo. Está aislada de todo, solo es
roca, sin vegetación de ningún tipo. Un enclave idílico para pasar unos días.
De hecho, ahora mismo Bengtskär es un hotel donde incluso uno se puede hasta casar.
Los finlandeses lo explotan como lugar turístico, ya que los faros poco tienen
de utilidad desde la llegada de los modernos GPS.
P.- No es la primera
vez que anclas la historia en una isla (Las mejores personas de Jersey, GoodBooks,
2021, entre otras), ¿por qué?
Llevo cinco novelas publicadas en islas. Alderney por dos
veces, Jersey, Guernsey y Bengtskär. Todas tienen en común que son islas pequeñas.
El mero hecho de permanecer alejado del mundo me atrae. Me gustan las islas
pequeñas y me encantan los faros, que pueden simbolizar muchas cosas, pero yo
me quedo con el aislamiento que proporcionan. Tengo claro que una cosa es ir a trabajar
y otra ser un turista. Seguro que si tuviese que vivir en un faro de continuo
no pondría la sonrisa que pongo cada vez que veo uno, pero como estoy en el
lado turista, procuro continuar con mis sueños de estar en un faro lo
suficiente como para no odiarlo.
P.- La novela es
finalista del Premio Tristana 2021. Háblanos en qué consiste este certamen.
Es un concurso de cierto prestigio de Santander, que solo
acepta novelas cortas y de género terror o ciencia ficción. Esta novela cumplía
con las bases y me animé a presentarla. Lo hice sin muchas perspectivas, porque
sé cómo está el patio. La sorpresa fue que de trescientos manuscritos el mío
quedó finalista. Me mandaron un correo que decía “sí fue una de las diez
seleccionadas como finalistas y fue valorada de manera elogiosa por el jurado”.
Ojo, tampoco es para tirar cohetes. La cosa quedó ahí. La palmadita en la
espalda mola, claro, pero me quedé sin editorial para publicar. Tuve que mover
la novela durante dos años hasta que apareció La Magnífica Editorial. Y justo
fue firmar el contrato y me escribieron de otra editorial para publicar la
obra. Así es este mundo del escritor sin padrino: compaginas sequía con días de
precipitaciones.
P.- La cubierta es
una maravilla, ¿cómo fue el proceso?, ¿la elegiste tú?
La gente de La Magnífica Editorial se leyó la novela e
indicó a un ilustrador lo que tendría que aparecer. Si uno se fija bien, por ahí
hay un gato negro, un meteorito y lo que se buscó fue invertir la imagen,
queriendo representar el día y la noche. Yo lo que di fue el visto bueno para
mandarlo a imprenta. La editorial es la que realmente tiene que valorar lo
mejor para la obra. Cuando firmas un contrato tienes que confiar en las
personas que están detrás, y yo fue lo que hice. Cuando autoedito sí que elijo
las portadas, pero esta vez todo fue cosa de los editores, así como el tamaño
del libro o el tipo de letra. Lo recuerdo como un proceso sencillo porque no
puse ni una pega. La idea me gustó desde un principio y solo dije “pa´lante”.
P.- Arcadio, eres un
asiduo en nuestro blog, desde que en el 2017 te entrevistase para El
cineasta. ¿Cómo te sientes después de tantos años escribiendo?
Se supone que todo artista tiene su ego. Yo me incluyo, lo
que pasa es que el mío cabe en una caja de cerillas y todavía sobra espacio. No
voy a vender motos ni una imagen que no se corresponde con la realidad. Como
escritor soy insignificante. Equivalgo a multiplicar por cero cualquier número
que se te ocurra. Dicho esto, para mí escribir es una tarea con la que me
siento aislado. Es mi faro, mi isla particular. Me gusta estar solo, escuchando
música y dando forma a una historia que puede no ser la más original del mundo,
pero es la que a mí se me ha ocurrido. Solo quiero seguir teniendo ánimo para
continuar haciendo lo que hago, porque es una tarea con la que encuentro mucha
calma.
P.- Esta pregunta se
relaciona con la anterior, ¿qué has aprendido después de tantos años en el
oficio de escritor?
Me gusta lo que has dicho: oficio de escritor. Los ingresos
con los que pago las facturas vienen de otro sitio. Es algo que me preguntan a
veces, que si vivo de esto. No en el sentido económico. Es que no gano dinero
ni cuando me publican, otra cosa es que se quieran o no se quieran creer mis
palabras. Cuando autopublico, sí que suelo perder pasta, aunque cantidades que
para mí son insignificantes. Ahora mismo cumplo los diez años metido en un mundo
que me costó comprender. No conocía a ningún escritor ni editor ni sabía los
secretos y peculiaridades del mundo editorial. Así que aprendí en la escuela
más cara que hay: a base de equivocarme. Lo que ahora tengo son unas ideas muy
claras sobre editoriales y sus contratos. Eso y no meterme en discusiones
estériles con teóricos de la escritura que desprecian la autoedición y se
piensan que por firmar con una editorial ya está todo hecho. Es un tema amplio, y como en esta entrevista no pretendo dar la chapa a nadie, lo mejor que puedo
decir es: disfruta con lo que haces y no fisgues la casa del vecino.
P.- He de reconocer
que me encantan las historias de faros. ¿Qué novelas o películas nos
recomendarías?
Dos películas muy buenas son El misterio del faro (2018), inspirada en una historia real y ambientada
en la isla Flannan, costa escocesa, donde tres fareros desaparecieron sin dejar
rastro, lo que motivó toda clase de especulaciones. Es una historia de la que
también se han escrito varios libros y se hizo una obra teatral. Y después la
novela La piel fría (2002) del
escritor Albert Sánchez Piñol, que también tuvo su eco en el cine con una
sobresaliente adaptación. Y bueno, no me quiero olvidar de los buenos planos
que dejó Carpenter en La niebla
(1980), aunque su película de fantasmas no transcurre propiamente en un faro,
sí que tiene cierta relevancia en el guion.
P.- ¿Nos podrías
recomendar alguna novela que te haya gustado que hayas leído este verano?
Principalmente, este verano me he dedicado a leer biografías
de Adolf Hitler; el músico Paul Stanley, de KISS, y la del guitarrista Steve
Jones, de Sex Pistols. Ahora me voy a poner con una reedición en tapa dura de
una biografía de 1980 de George Orwell. Imagino que dicho así puede sonar a una
ensalada muy rara, pero es lo que toca. Solo entiendo de libros que me atrapan
y de los que no, por eso los voy mezclando. Eso sí, también he tenido tiempo
para tocar el género negro con Malas
Influencias - El misterio de la página en negro de Marc R. Soto y Manos frías de Ángel Barrios, ambos
editados por Knowmadas Books, una editorial de Murcia.
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¿DÓNDE ENCONTRARLO?
Entrevistas:
-Entrevista a Arcadio por su novela Enfrentados (13/2/2019).