dosmanos editorial, Daniel Sardá: «Este proyecto editorial es un homenaje a la memoria de mi abuelo Francesc»

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Hablamos con Daniel Sardá, editor de dosmanos, una editorial que nació de una herencia familiar llena de cultura y cariño por los libros, y de la que podemos disfrutar desde el año 2019. Sardá nos abre sus puertas para contarnos cómo es la literatura que publica.






P.- Cuéntanos, ¿cuándo y en qué circunstancias fundaste dosmanos?


dosmanos la empecé a gestar a mediados del 2019 cuando ya estaba inmerso en el meollo editorial trabajando como editor de mesa en varios proyectos. Se consolidó a finales de ese mismo año cuando ya tuve firmados los dos primeros títulos –y tenía en mente otros tantos–, luego la circunstancia enfermó con el covid y esas dos primeras novelas –El caso Salabert e Idatuvieron que invernar toda una primavera para poder ver la luz de la librería en junio del 2020 –y no abril, tal y como estaba previsto–.



P.- ¿Qué herencia cultural te ha llegado de tu familia?


Vengo de una familia de abogados, mis padres me inocularon una inquebrantable pasión por la lectura y los libros, pero todo este proyecto es un homenaje a la memoria de mi abuelo Francesc quien aparte de espolearme como lector me introdujo a la música clásica y a las humanidades en general –lo que entiendo o pretendo que sea mi vida–.



P.- En otra entrevista has dicho que dosmanos tiene una aureola menos empresarial y más romántica. ¿Lo sigues pensando?, ¿no tuviste momentos de flaqueza porque no te cuadraban los números?


Eso lo dice la prensa, ya que imagino que le suena bonito, personalmente me parece una falacia bastante perversa. dosmanos, como cualquier editorial, es una empresa que paga sus impuestos, a sus correctores, traductores, proveedores, autores, etc. Sin embargo, montar cualquier empresa en este país me parece un acto romántico per se.



P.- Tuviste que hacer un crowdfunding para la editorial, ¿cómo fue la experiencia con este método?, ¿lo recomendarías?


Realicé ese crowdfunding después de no recibir unas ayudas europeas a las que se suponía que tenía acceso, de hecho, todos los trámites estaban aprobados, pero en el momento en que tenía que recibir el dinero se les “agotaron los fondos”. Así que tuve que recurrir a ese método y me convertí en la persona más pesada del planeta durante cuarenta días, pero mereció la pena.



P.- Tu editorial se encuentra en Barcelona, ¿cómo se vive en el mundo editorial del libro en una ciudad que alberga sellos gigantescos?


El Quijote pasea por las calles de esta ciudad jartándose de las obras literarias que hablan falazmente de sus andanzas, y sus aventuras acaban en la playa de la Barceloneta peleando con el caballero de la Blanca Luna. Barcelona ha sido y sigue siendo la capital editorial en lengua española, así que muy contento de vivir aquí. Ahora cuando me hablas de “sellos gigantescos” entiendo que te refieres a dos corporaciones que copan casi el 70 % del mercado editorial, a mí me parece estupendo, ellos actúan bajo la lógica del mercado dejando que el resto podamos jugar tranquilamente con una lógica más literaria.



P.- ¿Cuántas manos se necesitan para sacar a la venta un libro?


La del autor, la del editor, la del corrector (cuantos más mejor); muchas y todas cómplices.



P.- ¿Tienes trabajadores externos?


Desdichadamente solo puedo trabajar con trabajadores externos, este es un negocio –el editorial– muy frágil en el que dependes de muchos factores externos e incontrolables.




P.- Editas ficción, ¿cómo son las diez novelas que hay en el catálogo?, ¿qué temas tratan en concreto?


Son novelas de periferia, rebeldes y comprometidas con eso que llamamos literatura.



P.- Necesito una novela de tu catálogo que incite al ánimo, a la alegría, ¿cuál me recomendarías en estos tiempos grises?


El Clínico de Kiko Herrero, una novela que, aunque empiece con una sentencia de muerte en un hospital es una oda a la vida divertida, entrañable e inolvidable.



P.- ¿Cómo llegan a tus manos las novelas que editas?


Por los propios autores, por sugerencias de amigos o traductores, por interés personal…



P.- La pintura de vanguardias está muy presente en las cubiertas, ¿por qué te decantas por el arte pictórico en las cubiertas?


La literatura y la pintura han sido reflejo la una de la otra, generar, antes de la lectura del propio libro, un primer diálogo interdisciplinar me parecía más que coherente, son en esos espacios de confluencia donde nace la propia editorial. También entiendo que con la cantidad de soportes de lectura actuales (tablets, ordenadores etc.) si el libro no es capaz de aportar otro tipo de conexión o aventura al lector tendrá los días contados.



P.- ¿Podrías recomendarnos una novela para leer en una cafetería con un té caliente entre las manos, tanto tuya como de otra editorial? 


Panza de burro de Andrea Abreu, o cualquiera de Vivian Gornick o Milan Kundera.



*Fotografía de portada: Laura Rosal


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