P.- ¿El nombre de la librería se relaciona con todo el simbolismo de la ciudad de Córdoba? Háblanos de ello.
El Naranjo es el nombre del barrio
donde está ubicado nuestro establecimiento. Se trata de una zona periférica al
norte de la ciudad de Córdoba, muy cercana a la sierra y, en sus comienzos, en
torno al comienzo del siglo pasado, por gente muy humilde. Formamos parte de
esos comercios de proximidad de hace décadas en las que las tiendas solo
tenían que nombrar la zona donde se instalaba o el nombre del propietario. Es
una explicación muy mundana, pero práctica.
P.- Estáis abiertos desde 1988, ¿cómo fueron vuestros
comienzos?, ¿pensabais llegar tan lejos?
Mi padre, también Andrés Muñoz, fue el quien abrió por primera vez las puertas
de la tienda en 1988, aunque el primer concepto se dedicaba sobre todo a prensa
y revistas. En 1993, tomé las riendas de la tienda y un año después ampliamos
el establecimiento, por lo que pudimos también ofrecer material de papelería y
librería. Podemos decir que son comienzos humildes, como en la mayoría de los
comercios de barrio.
»Nos han golpeado crisis muy duras,
como las de 2000. Por ello, consideramos que no hemos llegado lejos, pero hemos
llegado. Hay muchos comerciantes de nuestra barriada o del gremio librero que
bajaron la persiana con características muy parecidas a las nuestras.
P.- ¿Cómo se comporta Córdoba como ciudad literaria?
Córdoba, antes de la pandemia al
menos, tenía una actividad literaria bastante buena y atractiva. Rara era la
semana en la que un aficionado no contaba con un recital de poesía o la
presentación de algún libro. Estamos muy acostumbrados a visibilizar a nuestros
escritores como Séneca o Antonio Gala, incluso el casco antiguo de la ciudad se
ha convertido en escenario de multitud de novelas, sobre todo, aquellas
contempladas en el periodo de Al-Ándalus. Además, parte de estos rincones
permanecen en el callejero, por lo que el lector puede recrear las escenas y
hacerlas palpables.
P.- La pandemia no se ha portado tan mal con el sector
editorial en algunas ocasiones, ¿cómo os ha afectado a vosotros?
La pandemia ha sido un azote sobre todo para los pequeños comercios. Teníamos clientes diarios que dejamos de ver durante meses, con los que teníamos una relación muy estrecha. Tanto en prensa como papelería bajaron las ventas a datos mínimos. Sin embargo, los pequeños y medianos empresarios tuvimos que ofrecer alternativas a nuestros usuarios. Desde el comienzo del confinamiento, optamos por ofrecer nuestros servicios a domicilio. También nos atrevimos a crear nuestra primera página web e implementar nuestra presencia en las redes sociales, un mundo bastante desconocido hasta el momento, aunque, por suerte, nos encontramos con una comunidad muy agradable con ganas de participar y recomendar títulos. Incluso, nos alegramos de volver a encontrarnos a nuestros clientes «de toda la vida» al otro lado de las pantallas. El mundo virtual ha sido todo un descubrimiento, hemos conseguido un espacio donde nuestros seguidores se sienten a gusto para conversar sobre novelas o ensayos. A pesar de que solo podamos vender en Europa, un porcentaje de usuarios nos escriben desde América Latina, son siempre bienvenidos y nos recomiendan autores que no suelen ser muy conocidos al otro lado del Atlántico. En algún punto del planeta hay alguien que detiene el ritmo frenético diario y charla con nosotros de libros. Ese pequeño momento nos llena de energía.
P.- En la ciudad de Córdoba hay multitud de librerías. ¿Os
lleváis bien entre vosotros pese a que sois competencia?, ¿hay alguna red
librera cordobesa?
Podemos decir que en cada barrio de
Córdoba hay alguna librería con características muy similares a las nuestras,
que conocen a sus vecinos y los han visto crecer. Al ser comercio de
proximidad, la competencia era inexistente, ya que cada comercio atendía a los
clientes de su zona. A la mayoría de estos libreros los conocemos y no los
entendemos como competencia, hay cadenas nacionales de venta editorial y
grandes almacenes que restringen nuestra capacidad de venta, incluso en la
venta en línea, donde ocupan los primeros puestos del buscador, dejando a las
librerías más pequeñas en un segundo plano.
P.- ¿Cuáles son las novelas que más se han vendido en el
primer mes del año?
Las grandes campañas de promoción que acompañan hacen que el público se decante mayormente por los grandes éxitos: La Bestia y Últimos días en Berlín donde Planeta muestra músculo, El italiano de Pérez-Reverte y De ninguna parte de Julia Navarro también llaman mucho la atención de los lectores. Aparte de los grandes super ventas, Lux de Mario Cuenca Sandoval, la saga Las siete hermanas de la escritora Lucinda Riley. También Invisible de Eloy Moreno sigue siendo solicitada tanto por el lector juvenil como adulto.
P.- ¿Las editoriales se ponen en contacto con vosotros para
ver cómo se venden sus libros?
Sobre todo, con las grandes
editoriales, el contacto directo podría ser mejorable, intentar que estas
grandes empresas hagan planes, sobre todo de promoción, adaptados a las
pequeñas librerías como la nuestra.
P.- ¿Podrías recomendarnos alguna novela de un autor
cordobés?
Las maravillas, donde la autora
Elena Medel retrata en su primera novela lo dura que ha sido y es la vida de la
mujer trabajadora en la gran ciudad, y Los amantes anónimos de Salvador
Gutiérrez Solís, un thriller que te agarra hasta la última página.
P.- Si fueses un cliente, ¿qué novela que no sea novedad
comprarías sin dudar nada más entrar a Naranjo?
Stoner de John Williams, Jude el
oscuro de Thomas Hardy, Momentos estelares de la humanidad o cualquier obra
de un autor que nos apasiona como Stefan Sweig, El maestro Juan Martínez que
estaba allí de Manuel Chaves Nogales… Imposible elegir solo una.
P.- ¿Cuántos días duran los libros en la mesa de novedades y
dónde va el libro después? Háblanos un poco de ese proceso.
La exposición es cada vez más limitada debido a la continua recepción de novedades que sirven los editores. También es frustrante para el librero que los libros no se reciban por un sector de los lectores de igual manera una vez que ha pasado un tiempo de su edición y no figuran en las listas de «más vendidos». El libro que no ha sido elegido por los lectores es devuelto al editor y allí su futuro lo determina la demanda que pueda tener: desde el reciclaje hasta las ferias de libro usado y saldo.
P.- ¿Qué hace falta para ser un buen librero?
Muy difícil llegar a ser librero, no digamos buen librero. Yo le tengo tanto respeto que ni mucho menos me considero como tal. Entiendo que un buen librero debe sobre todo escuchar y mostrar después las obras que mejor se ajusten a lo que el cliente busca en cada momento. Hay lectores que tienen muy claro su gusto y otros que esperan de ti que les muestres caminos nuevos.
»En una librería de barrio como la
nuestra, tenemos la suerte de contar con una clientela fija, incluso una
relación que ha pasado de padres a hijos, vecinos que viven a pocos metros de
nosotros. Hablamos mucho. Conocemos cuáles son sus gustos, el tipo de novela
que suelen llevarse a casa o el autor que regalaron en la última Navidad.
Muchas veces, cuando nos llegan las cajas cargadas de libros desde las
editoriales, leemos la contraportada mientras los colocamos en nuestras estanterías,
y nos recuerda a algún vecino. Esa cercanía es una de las mejores sensaciones
de nuestro trabajo.
P.- Este es el mes del amor, ¿nos recomendarías un libro de
la Librería Naranjo que nos enamore de verdad?
Los extraños de Jon Bilbao. La frágil frontera entre el amor y la rutina de una pareja que siente atracción y recelo ante la llegada de una exótica y misteriosa visita a su retiro en un viejo caserón familiar. Lejos de Egipto de André Aciman, donde el autor recuerda su infancia en Alejandría dentro de una excéntrica familia de judíos sefarditas. Y siempre es buen momento para recomendar una obra que transmite amor por los libros: El infinito en un junco, el ya clásico de Irene Vallejo. Nos da envidia quien lo descubre y disfruta por primera vez.
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