Elena Bargues Capa nació en Valencia en 1960, pero reside en Santander desde muy pequeña. Licenciada en Historia Moderna y Contemporánea por la Universidad de Cantabria. Creció en el seno de una familia que le inculcó la afición a la lectura y se decidió a escribir ya entradita en años. Su primera novela salió a la luz en el año 2014 y, desde entonces, no ha dejado de publicar. Escribe tanto narrativa histórica de aventuras como novela romántica. En el año 2015, quedó finalista del VI Certamen de Novela Romántica Vergara-RNR con El valor de una condesa. Y ahora, en el 2021, ha ganado el X Premio de Novela Histórica de la ciudad de Úbeda con El encargo del maestro Goya.
P.- ¿De qué trata tu libro, El encargo del maestro Goya?
La acción se sitúa durante la guerra de la Independencia, exactamente en 1810. La trama gira en torno a la aventura de tres hermanos que se trasladan de Madrid a Santander —con la excusa de hacerse cargo de una herencia— para rescatar un cuadro del expolio artístico que están llevando a cabo los franceses, y sustituirlo por uno falsificado para que no se note su falta. Ese es el encargo del maestro Goya, funcionario del palacio real.
P.- Has ganado el X Premio de Novela Histórica de la ciudad
de Úbeda. ¡Enhorabuena! ¿Por qué crees que tu novela merece ser leída?
Se trata de una novela es de aventuras, de corte clásico: acción, intriga, traiciones, asaltos y amor. No falta de nada. Ideal para desconectar del trabajo y de las preocupaciones o, simplemente, para pasar un buen rato. Una de mis habilidades es entretejer la realidad histórica con la ficción de forma que fluya y el lector no sepa distinguir entre la verdad y lo inventado. Es una de las razones por las que suelo remitir a mi web a los lectores: después de leer la novela, en la web descubren el alcance de los hechos reales. Es como una segunda lectura que se disfruta igualmente. En este caso relato los sucesos durante la ocupación francesa, tanto en Santander como en el valle de Liébana, reducto donde se atrincheró la División Cántabra bajo el mando de Porlier, quien volvió locos a los franceses. Sobre esa base histórica se asienta la aventura de los tres hermanos y el cumplimiento del encargo de Goya.
P.- ¿Te has obsesionado por algún personaje de tu novela?,
¿en qué medida?
Más que obsesión, en esta ocasión, los personajes han sido
problemáticos. El teniente Bustamante de la División Cántabra y el coronel
Cornulier de la Gendarmería Imperial han luchado por ser los protagonistas. Me
dejaron agotada. Al final, me dije: «¿Dónde está escrito que sólo haya un
protagonista?». Y así dejé a los dos. Que se las apañaran, que ya eran
mayorcitos. Creo que han quedado muy bien. Otro tanto me sucedió con los
hermanos. Que el lector escoja sus favoritos; tiene para elegir.
P.- Enhorabuena también por la cubierta de la novela. ¿Quién la eligió?, ¿cómo fue el proceso con la editorial hasta dar con ella?
La portada es trabajo de la editorial Pàmies. Personalmente,
no he tenido ni voz ni voto y reconozco que me asustó un poco. Los lectores,
seguramente, estarán de acuerdo conmigo en que, en más de una ocasión, las
portadas no están relacionadas con el argumento. Sí reflejan el género, pero no
la trama. Cuando me mostraron el trabajo final, he de reconocer que me encantó,
porque vi mi novela sintetizada en una imagen. Lo cierto es que la editorial
tiene muy buenas portadas si echas un vistazo a su catálogo y, al respetar la
trama de la novela, no se repiten. ¿No estás cansada de ver una mujer en primer
plano y una casa en el fondo?
P.- ¿Qué lugar ocupa Goya en tu novela?
El del título. Goya y su encargo son los desencadenantes de
la aventura y de la trama, pero no interviene. Su presencia se limita a dos
breves apariciones. Ni siquiera su pintura es relevante, pues los franceses
buscaban pinturas del Siglo de Oro y Goya, recuerda, que es contemporáneo a los
hechos, por lo que no lo consideraban un pintor consagrado.
P.- ¿Y cómo se relaciona santa Casilda con la novela?
La relación es doble: por un lado, la vida de la santa, que
da lugar a que la gente crea que hace milagros; y por otro, la historia del
lienzo pintado por Zurbarán. Este cuadro, que hoy día se llama Santa Isabel de Portugal, estaba
colgado, junto a otras santas de igual tamaño, en el Hospital de la Sangre de
Sevilla. Cuando entraron los franceses, ya en 1808, este cuadro desapareció
junto con los demás. Sin embargo, de los otros se tenía noticia, mientras que
el de Santa Casilda permanecía en
paradero desconocido. Terminó la guerra en 1814 y los funcionarios, que
realizaban el inventario de lo que había quedado tras su marcha, lo encontraron
colgado en la sala de Las Chimeneas del palacio en Madrid. No obstante, el
lienzo presentaba una merma de 10 cms. de ancho, lo que significaba que había
sufrido algún tipo de percance que lo había dañado. Como verás, ese paréntesis
me ofrecía la ocasión de inventarme lo que le había sucedido y sobre lo que
entretejí la trama de la novela.
P.- Tu novela se ancla en el siglo XIX, ¿qué es lo que más te llama la atención de este siglo?
Los movimientos idealistas. Es el siglo del liberalismo, del
nacionalismo, del romanticismo, del socialismo. Fue un siglo convulso y rico en
pensamiento y filosofía. Un siglo de valientes, tanto de hombres como de
mujeres, pues estas ya apuntaban maneras para desembocar, a final de siglo, en
la lucha por sus derechos.
P.- ¿Escribes de manera desordenada las escenas y luego las
juntas o las escribes de forma lineal de principio a fin?
No, no. No sé cómo se pueden escribir escenas desordenadas.
Yo, al menos, soy incapaz. De forma lineal, de principio a fin. Esto no quita
para que luego suprima o añada párrafos o, incluso, algún capítulo que dañe la
correcta estructura, porque resulte demasiado largo o pesado y no aporte nada a
la historia. A veces pasa. Pero hablo de correcciones y decisiones finales, una
vez escrita.
P.- Has publicado con la editorial Pàmies, ¿qué tal ha sido
la experiencia?
Acabamos de casarnos. La luna de miel es maravillosa. El
matrimonio es un contrato de muy largo recorrido y es muy pronto para poder
valorar la situación: tanto por mi parte, como por parte de ellos respecto al
autor. En principio, ya te digo, perfecto. Los editores forman un buen equipo
de profesionales, la corrección ha sido fantástica y sobre la portada ya hemos
hablado. El trato es muy cercano y hay planes de promoción en marcha. ¿Qué más
puedo pedir?
P.- Recuerdo cuando te entrevisté hace años por Tú, como
el viento sur y por El asalto de Cartagena de Indias. ¿Cómo crees
que ha cambiado tu forma de escribir tiempo después (vicios, estructuras en la
historia, organización, etc.)?
Intento ser organizada, pero no lo consigo. Tengo libreta
para apuntar, pero acabo llena de papelitos. Estoy convencida de que hay algún
gnomo trastocando mi mesa de trabajo. Las estructuras y los personajes están
más planificados, es cierto. Sin embargo, en lo que realmente he mejorado mucho
es en estilo. Ese ha sido mi caballo de batalla y sigo en ello. Es curioso, el
estudio del lenguaje es ilimitado: cuanto más sabes, más ignoras. Es como el
mar, incontenible. Siempre me aguarda la duda a la vuelta de la esquina.
Imagino, que siendo tú correctora, sabes de qué te hablo.
P.- ¿Podrías recomendarnos una novela histórica en lengua
hispana que sería esencial para regalar en estas Navidades?
¡Puf! Hay muchas. Un destino propio o Una pasión escrita de María Montesinos, me viene de pronto a la cabeza. Mira, de Úbeda me he
traído unas cuantas. Solo me ha dado tiempo a leer dos, pero me han encantado,
a pesar de que son dos estilos muy diferentes. Una El dios que habita la
espada de Soto Chica. No conocía este autor y me ha impactado el personaje del
conde godo Valtario, romántico donde los haya, así como el conocimiento que el
autor destila de la época de Leovigildo. La otra, La pintora de Fernando
García Pañeda, es la romántica biografía de Elizabeth-Louise Vigée, pintora de
la reina Marie-Antoinette y de parte de la nobleza europea. Me quedan en la
maleta Pelayo de José Ángel Mañas y El relojero de la puerta del Sol de
Emilio Lara. Leídas con anterioridad al viaje: El nombre de Dios de José
Zoilo y El custodio de los libros de Rodrigo Costoya, ambas premiadas en el
certamen de Úbeda. De todas formas, te confieso que, desde que escribo, leo
menos y me quedo con ganas de leer cantidad de novelas atractivas, pero no me
alcanza el tiempo.
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¿DÓNDE ENCONTRARLA?
Entrevista 22/12/2018: Hilvanes y contrabando
Entrevista 28/7/2015: Tú, como el viento sur
Entrevista 16/12/2013: El asalto al tren de Cartagena