Gatopardo ediciones nos abre sus puertas. Lucas Villavecchia es el editor a cargo de unas ediciones cargadas de profesionalidad y maestría. Con él hablamos de sus inicios, los grandes éxitos de la editorial y de la industria librera. ¿Nos acompañáis a conocerlo mejor?
Mis abuelos eran muy
letraheridos, los recuerdo siempre leyendo y hablando de libros, pero nunca se
dedicaron profesionalmente a la literatura. Un día, en una conversación de
sobremesa con Mónica Monteys, impulsora y directora editorial de Gatopardo en
los primeros años, hablaron de un libro de Giuseppe Tomasi di Lampedusa que no
se encontraba en España. Surgió la idea de publicarlo, y eso condujo
lógicamente a la idea de crear una editorial. Mónica encabezó el proyecto, con
el apoyo financiero y moral de mis abuelos, ya nonagenarios.
P.- El primer libro que
publicaron tus abuelos fue una biografía de Alejandro Magno, de Pietro
Citati, y después la novela En peligro, de Richard Hughes. ¿Por qué
optaron por esos dos títulos para inaugurar la editorial?
Quien mejor podría
responder a esta pregunta es Mónica, que decidió publicar esos dos libros. En
cualquier caso, ambos representan el espíritu de Gatopardo, sobre todo en sus
inicios. Publicar obras de gran calidad literaria, con un aroma clásico y que
venían a llenar algunas lagunas en lengua española. Pietro Citati es un
conocido humanista, autor de grandes ensayos, y este es un librito
aparentemente menor, por tamaño, pero muy enjundioso. Richard Hughes es uno de
los tantos autores anglosajones que corren una suerte desigual a lo largo de
los años, cuyo prestigio se apaga, resurge y vuelve a apagarse, sin que dejen
de ser considerados clásicos, sin hacer nunca demasiado ruido. En España Javier
Marías ha elogiado en diversas ocasiones Huracán en Jamaica, pero En
peligro seguía huérfana y Gatopardo hizo esa labor de rescate.
P.- ¿Quisisteis coger el
nombre de la editorial como referencia a la novela de Giuseppe Tomasi di
Lampedusa?, ¿cómo se relaciona con el símbolo del guepardo?
La elección del gatopardo
como símbolo y emblema de la editorial es un homenaje a Lampedusa, que, como he
dicho en la anterior respuesta, estuvo en el origen del proyecto, aunque nunca
se acabó publicando el libro de este autor que dio la idea de crear una
editorial.
P.- ¿Cómo ha cambiado la
editorial desde el 2015 hasta ahora?
Durante los primeros años de vida de Gatopardo, el catálogo se construyó dando prioridad al rescate de autoras descatalogados o directamente inéditas en España, como Elizabeth Taylor, Angela Thirkell o Barbara Pym, cuya novela Mujeres excelentes va por la quinta reimpresión. En paralelo, publicamos a otros autores más cercanos en el tiempo como Paolo Maurensig, Simonetta Agnello Hornby, Joan Didion o Andrea Camilleri, con mucha obra a sus espaldas y conocidos por haber publicado en editoriales mayores que Gatopardo, pero de los que quedaban libros muy buenos sin publicar en España. Al mismo tiempo, se fue apostando a cuentagotas por autores contemporáneos desconocidos en España, como Ayobami Adebayo o Lawrence Osborne, del que hemos publicado seis libros y cuya crónica de viajes-ensayo El turista desnudo, que descubrió Mónica a través de la edición italiana de Adelphi, es casi una obra de culto de la literatura de viajes. Desde que tomé las riendas de la editorial, he ahondado en la línea de ficción literaria de autores extranjeros contemporáneos, algunos bastante jóvenes, y he abierto una colección de ensayo centrada en temas de actualidad como las nuevas tecnologías o la crisis ecológica. También ha aumentado la variedad de países y lenguas de origen de nuestros libros, con un énfasis del todo inesperado, por ejemplo, en autores nórdicos.
»Han cambiado bastantes
cosas, pero diría que la divisa de publicar obras universales y de hondo calado
literario permanece intacta, pues se aplica tanto al último grito como a un
libro olvidado de hace décadas. Por ejemplo, el año que viene publicaremos a
una joven sueca de 29 años y, poco después, a Charmian Clift, una escritora
australiana fallecida hace décadas que escribió en los cincuenta y los sesenta,
y que aquí sigue inédita.
P.- ¿Qué novela seguirías
editando por su brillantez?
Seguiría editando La
casa intacta, de Willem Frederik Hermans, a mi juicio una pequeña obra
maestra. Por desgracia, no vendió mucho. En menos de cien páginas te deja
noqueado por su visión descarnada de la guerra y de sus efectos devastadores
sobre la psique de un partisano.
P.- Antes de trabajar en
Gatopardo, trabajabas para Penguin Random House y también has pasado por Libros
del Asteroide. Conoces el sector, sus carencias y beneficios, pero ¿qué
cambiarías del sector editorial español?
Fui becario en Libros del
Asteroide a los diecinueve años y tiempo después, terminados los estudios,
trabajé en el área de ventas internacionales de DK, un sello de Penguin Random
House, en Londres. Del sector editorial cambiaría el ritmo frenético de
publicación de novedades, dando más tiempo y espacio a los libros que salen
para que no tengan una vida tan efímera. Si tuviera que cambiar algo del sector
editorial, rebajaría el tono superlativo, el tono de faja con el que se suele
hablar de muchas novedades. Yo mismo habré incurrido alguna vez en este vicio,
aunque espero que moderadamente. A juzgar por las mesas de novedades de las
librerías parecería que hoy en día todo libro es una obra maestra, con los
consiguientes adjetivos: «desgarrador, «brutal», «humano» (?), «conmovedor»,
«mayúsculo». Existen libros así, por supuesto, pero es que he llegado a ver un
resumen de un libro en un boletín de novedades editoriales que sacaba a pasear
todos estos calificativos, o parecidos, en un texto de apenas tres líneas.
P.- Una curiosidad, en la
novela de Temas de conversación, de Miranda Popkey, puede leerse: Este
libro ha recibido una ayuda a la edición del Ministerio de Cultura y Deporte.
¿De qué tratan esas ayudas?, ¿se beneficia más la editorial que la autora?
Estas ayudas son un apoyo
del Estado a la traducción y edición de obras literarias, de las que se
benefician tanto pequeñas editoriales, que casi dependen de ellas para que les
cuadren los números, como editoriales de más envergadura que las utilizan para
reducir costes. El beneficiario directo de esta ayuda en concreto es la
editorial, la autora no recibe ninguna ayuda. O si la recibe, es de manera muy indirecta,
en la medida en que puede animar a un editor a contratar y traducir un libro de
un autor extranjero que de lo contrario no se atrevería a publicar.
P.- ¿Ha habido algún
libro que te has arrepentido de haber publicado o no hubieras apostado tanto
por él (no hace falta que reveles el título)?
Estado del malestar, de Nina Lykke, es un libro por el que aposté bastante, pero nunca sospeché que fuera a convertirse en el libro más vendido de la editorial en pocos meses, así que podría decirse que mi apuesta se quedó corta en vista de los resultados.
P.- Publicas ensayo y
novela extranjera (y pronto escritoras de habla hispana), ¿dónde encuentras las
obras?, ¿cuál es tu fuente?
Hay miles de fuentes:
agencias literarias que te mandan propuestas, las redes sociales, newsletters
de editoriales extranjeras, suplementos literarios, contactos, amigos… Muchos
libros los descubres leyendo otros libros en los que aparecen citados. Uno de mis
libros más queridos, El río del tiempo de Jon Swain, lo descubrí en su
edición inglesa en un kiosco en el aeroporto de Da Nang, Vietnam, mientras
mataba el tiempo antes de que saliera mi avión.
P.- Estás al frente de
Gatopardo, pero ¿cómo es el equipo que está detrás de la editorial?
En la oficina trabajo con
una persona que me apoya con la comunicación, la prensa, las redes sociales y
la gestión de la intendencia diaria. También hay colaboradores o asesores
externos pero regulares que se encargan de la edición de mesa, la producción,
el diseño, asesoría financiera, etc. Y los traductores, que en cierta forma
también forman parte del equipo o del proyecto y son fundamentales.
P.- ¿De qué manera os ha
afectado la pandemia? Lo pregunto porque muchas editoriales han visto cómo sus
libros han sido más leídos.
Los primeros meses de
confinamiento fueron muy duros, porque los libros que sacamos antes o después
del confinamiento cayeron en un limbo y es prácticamente imposible darles una
segunda vida. Desde noviembre de 2020, las ventas han subido muchísimo, y algo
tendrá que ver el redescubrimiento de la lectura por parte de mucha gente
durante el último año. Leer es una de las actividades culturales más privadas y
por tanto menos impedidas por la pandemia.
P.- Arrancáis el
calendario editorial en septiembre con Cuarteto de otoño, de Barbara
Pym. Cuéntanos, ¿por qué tenemos que leer este libro?
Es la obra de madurez de
una autora que ya tiene muchos lectores en España, sobre todo gracias a Mujeres
excelentes. Hay que leer este libro porque no tiene nada de lo que suele caracterizar
a los libros que, según las revistas y los suplementos o la mercadotecnia
editorial, «tienes que leer». No tiene un argumento trepidante, no habla, en
principio de los temas de moda, no está escrito por un autor o autora vivo,
joven y guapo. Si tiene algún mérito, es el de hablar de cosas que, como dice
uno de los personajes de la novela, no tienen «ningún interés para los
escritores de narrativa contemporánea». Es la historia de cuatro oficinistas entrados
en años, dos mujeres y dos hombres que afrontan una jubilación solitaria y un
tanto lúgubre, y que aun así se obstinan en encontrar la esperanza y dar
sentido a su vida. En una época como la actual, que rinde un culto permanente a
la juventud, es bonita una novela que se fija en personajes mayores. Además,
como hemos visto en la pandemia con la pésima gestión de las residencias de
ancianos, a veces parece que la gente mayor es invisible o, cuando menos, queda
en un segundo plano. Cuarteto de otoño puede funcionar como un pequeño
correctivo en este sentido, iluminando una franja de la experiencia humana que
no siempre está presente en la literatura actual.
P.- ¿Podrías
recomendarnos una novela para estas fechas que esté ambientada en un entorno
marítimo, con piscina o vacacional?
Recomiendo Perversas
criaturas, de Lawrence Osborne, que acabamos de publicar. Una novela
ambientada en la isla griega de Hidra, en la que el sol abrasador del verano y
el mar Mediterráneo no son un mero decorado sino un elemento central del clima
psicológico de la novela. Es la historia de dos chicas jóvenes que pasan las
vacaciones en la isla. Un día, dando un paseo por la costa, encuentran a un
joven que ha sido barrido por la marea, un refugiado sirio al que intentarán
salvar, con consecuencias inesperadas y terribles. Es una novela muy veraniega,
empezando por la portada de nuestra edición, pero que plantea cuestiones serias
acerca de la hipocresía de Occidente en su manera de ayudar a los desheredados
del mundo. Como también hay dobles identidades y cierta turbiedad moral rodeada
de lujo, podría definirse esta novela como la versión de El talento de Mr
Ripley para el siglo XXI.