Javier Valero nació en Barcelona en 1971. Tras más de veinte años escribiendo anuncios y haciendo varios viajes, se emplea a fondo en la narrativa. Es autor del libro de relatos Cabezas abajo (Ediciones Franz), la novela El suicida que cumplió cien años y el thriller psicológico La foto de un crimen.
Trata de cómo nos enfrentamos a
la violencia y al miedo. Tenemos a un personaje anónimo que fotografió un
crimen mientras se cometía, y a la novia de la víctima (la chica de la foto, como la llaman los medios) que en la foto
intenta evitar la tragedia. ¿Cómo siguen afrontando aquello? Luego está el
protagonista, Paco A. G., que encuentra esa foto en Internet. Esa imagen será
el detonante que le hará alejarse de la vida gris que lleva en Madrid, enfrentarse
a sus propios miedos, remover el pasado y afrontar cambios.
P.- ¿Qué importancia tiene la
fotografía en la novela y cómo te influye a ti en tu día a día?
Una fotografía enmarca toda la trama. Sin darse cuenta, el protagonista se introduce en el escenario de esa foto y del crimen que le obsesiona. La novela está dividida en tres partes: «Plano General», «Plano Medio» y «Primer Plano». Personalmente, me considero un fotógrafo intuitivo, ya que no domino la técnica. Sin embargo, tuve cierta relación con la fotografía por mi trabajo en publicidad, donde aprendí a comprender la importancia de los encuadres, por ejemplo, a la hora de plantear ideas visuales. A veces, hago fotografías de instantes o lugares que me transmiten una sensación o una idea. A menudo se quedan en el móvil o en la cámara y me las encuentro después, cuando me sorprendo escribiendo algo que tiene que ver con ellas. Otras veces me gusta compartirlas en mis redes.
P.- Háblanos de Paco A. G., el
protagonista, ¿cuál es su evolución en la historia?
Paco se siente atrapado en una
vida anodina. En realidad lo que le gusta es hacer fotos y se pasa los fines de
semana en el campo, caminando y buscando encuadres. Entonces encuentra esa foto
de un crimen en Internet y se identifica con la víctima (el crimen se cometió
el mismo día que él tuvo el accidente de moto en el que casi pierde la vida),
incluso cree que se le parece físicamente. Desde que encuentra la foto siente
un desapego total de su vida, de su trabajo en la compañía de seguros, de su
familia... Introducirse en la trama que hay detrás de la foto le permitirá
reconocerse a sí mismo.
P.- Parte de La foto de un crimen está ambientada en La
Mancha, ¿por qué quisiste enclavar allí la historia?, ¿tiene algo de real?
Conozco un poco el sur de La Mancha porque de niño visité varias veces el pueblo de mi padre, Peñarrubia, y eso me ayudó a ambientar la historia. Es un paisaje agreste y al mismo tiempo hermoso, un entorno enigmático y un tanto amenazador, como su propia belleza. La foto de la portada está tomada allí. Algunos personajes oscuros de la novela surgen de historias que escuché, de esos ambientes rurales que a veces aparecen en las crónicas de sucesos. Pero no es una historia real, en el pueblo original solo habitan buenas personas.
P.- Has viajado por todo el
mundo, ¿en qué medida te ha ayudado eso en tu faceta de escritor o a crear
ciertas historias?
Viajar es como leer o escribir,
siempre aprendes y descubres, siempre te enriquece. Cuando pisas una tierra
desconocida tu mente registra todos esos rostros y paisajes que te cruzas y las
escenas que presencias. Viajar es otra forma de leer la vida y es un estímulo
para escribir. Si escribes, esos acontecimientos, personas y fotos mentales
tarde o temprano pueden aparecer en una historia o encarnados en un personaje. Es
como salir a dar una vuelta con los ojos y los oídos bien abiertos. Si estás
atento, se ven escenas inolvidables y se oyen grandes diálogos en cualquier
lugar.
P.- ¿Qué otros thrillers te han influido a la hora de
escribir La foto de un crimen?
Más que thrillers clásicos, creo que me han influido historias en las que la intriga o el suspense o la
violencia dan pie a profundizar en la psicología de los personajes. Novelas de
Paul Auster como La música del azar o Leviatán, también grandes clásicos
como Crimen y castigo.
P.- En otras novelas has optado por una editorial, ¿por qué esta ocasión has querido autopublicarla?
Al terminar la novela la envié a
varias editoriales y concursos, estuvo entre las finalistas del Premio Café Madrid de Fuentetaja y eso
me animó a seguir moviéndola. Después tuve una mala experiencia con una editorial de coedición que se anunciaba como tradicional y decidí publicarla por
mi cuenta.
A menos que un editor crea en tu obra y la apoye claramente, la autopublicación
es una buena forma de conseguir que una obra que vale la pena vea la luz. Si
creo que vale la pena el libro que he escrito, no renuncio a ninguna forma para
publicarlo, de lo contrario me la guardo en el cajón.
P.- ¿Qué ha sido lo que más te
ha costado hasta que el libro se ha puesto a la venta?
Todo lo que vino después de
escribirlo. Yo disfruto del proceso de escritura y reescritura, me hace sufrir
y disfrutar por igual. Presentar la obra a editoriales y a concursos o el
proceso de autopublicación son para mí la parte menos grata del trabajo.
P.- ¿Cuál es la mejor
experiencia que has tenido como escritor?
Terminar esta novela fue una
gran alegría porque fue la primera que escribí. Lo fue también ver publicado mi
libro de relatos (Cabezas abajo, Ediciones Franz) y poder escribir mi
segunda novela (El suicida que cumplió
cien años). Sacar adelante un proyecto desde las primeras notas, verlo
crecer y tomar forma del modo que había previsto (o no); conseguir llevarlo
hasta el final es una aventura tan importante para mí como para otros es subir
al Everest o tener un hijo.
P.- ¿Qué novela le recomendarías
a tu peor enemigo?, ¿por qué?
Le recomendaría una buena
novela, tal vez así decidiese dejar de ser mi enemigo, pero no por que le
hubiese recomendado ese libro, sino por el cambio que un buen texto puede obrar
en cualquier persona.
P.- ¿Podrías recomendarnos una
buena novela negra de un autor español?
El Caso Demichellis, una
buena novela negra de aquí y con personajes poco convencionales.
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