Juan Álvarez López, malabarista de metáforas, alquimista de reflexiones y rockero empedernido, es un barcelonés que presume de sangre aragonesa y gallega. Vive en Calzada de Calatrava (Castilla La Mancha). Su primer contacto con la escritura nació en Barcelona donde colaboraba en la publicación mensual gallega A micro pechado, y a partir de aquí su afición literaria fue a más participando con artículos y entrevistas en diferentes medios musicales. Tiene cuatro libros autoeditados: Letrastadas ( 2015), Qué cosas… (2016), Sala de start (2017), Hasta aquí (2019), y en este 2020 acaba de ver publicada su primera novela: La sonrisa de la huida. Tiene una sección mensual en: Creando tu provincia. Fue el tercer ganador del concurso literario de La Solana (Ciudad Real), en 2019, y el segundo ganador del concurso literario de La Solana (Ciudad Real), en 2020.
P.- ¿De qué trata La sonrisa de la huida?
La novela gira en torno a unos
personajes tan diferentes entre sí, que sin poder evitarlo, se ven envueltos en
una trama de la que no pueden salir indemnes. Lo que en un principio iban a ser
unas vacaciones en solitario, se acaban convirtiendo en una sucesión de huidas.
Se reflexiona en cierta manera sobre los valores no escritos de la calle, o
haciendo hincapié en el daño que provoca el materialismo sobre la sociedad. Traducido,
evidentemente, en un pase trepidante de situaciones cotidianas, con otras que
no lo son tanto y que se tornan peligrosas. Todos esos detalles se reflejan en
los personajes que aparecen en la novela, pues de ahí nacen sus partes.
P.- Háblanos de Iván, el protagonista
de la novela. ¿Cómo es su evolución a lo largo de la obra?
Pues Iván es un chico que se ha
criado al amparo de los servicios sociales, y sin una familia a su lado. Esa
falta de cariño familiar le ha hecho ser desde bien pequeño un filósofo
callejero en potencia, aunque él desconoce ese apunte. Se muestra como un amigo
de sus amigos, y a la vez, se encuentra diferente a la gran mayoría de la
sociedad, ya que no se deja agasajar por la comodidad, y posee esa porción de
instinto que alberga la nobleza tintada de filosofía arrabalera. No lo
reconoce, pero es un solitario. Un romántico que busca el amor utópico, a
sabiendas de que los adoquines no son de algodón. Yo lo definiría como un
soñador que entona en cada párrafo un canto a los perdedores, a los olvidados,
a las princesas sin corona… un perro de la lluvia más, que diría Tom Waits.
P.- ¿Por qué quisiste escribir esta
novela y hablar de temas como el rock,
bandas criminales o la orfandad del protagonista?, ¿cuál fue su origen?
Simplemente por el reto que suponía escribir
una historia que fuese larga, por decirlo así. Hasta La sonrisa de la huida,
siempre me había movido en el terreno de los relatos cortos. Hacer una novela
se me antojaba complicado. Lo de parar un día o dos, y retomarla después… no
sé, me parecía algo difícil, hasta que me decidí a intentarlo. El resultado me
ha atrapado, porque he comprobado que esa necesidad impulsiva de escribir y…
¡ya, listo! Se dejaba domar, teniendo incluso la paciencia necesaria para saber
esperar entre capítulo y capítulo. Lo de mezclar el rock, con una organización
criminal, creo que surgió de manera espontánea, ciertamente. Ahora que ha
pasado el tiempo, caigo en la cuenta de que el personaje de Iván, al igual que
el resto, fueron apareciendo según la novela los iba demandando. El del
protagonista, está claro que lo tenía ahí… entonando cada canción que acompaña
a las situaciones que él vive. El resto fueron naciendo según se sucedían los
párrafos. De tal manera, que se iban encargando de corear los estribillos. Cada
capítulo es algo similar a una canción interpretada por una banda de varios
componentes, que entran y salen… y hasta desaparecen, pero en la que lo único
que no cambia es la narración en primera persona de él, de Iván.
P.- En La sonrisa de la huida mezclas también música, ¿escribes con
música?, ¿cuáles son tus imprescindibles a la hora de escribir?, ¿cómo te
influye en tu faceta de escritor?
Si escribo con música, suele ser con
alguna pieza instrumental, y a ser posible de ritmo pausado. Me veo incapaz de
escribir algo escuchando a mis imprescindibles, que irían sin filtro alguno
desde Barricada a Roy Orbison… pasando por Motörhead, y haciendo escala
obligatoria en Rosendo/Leño… y Lucinda Williams. Es algo impensable, porque
entonces se me crea el cortocircuito ese, que me bloquea. Por eso prefiero el
silencio, aunque en ocasiones recurro al Canon de J. Pachebel de fondo, y a un
volumen casi inaudible. En una situación cotidiana, con gente a mi alrededor,
me puedo evadir con facilidad. Sin embargo, en soledad… escribiendo, me
distraigo con el movimiento de una mosca.
Satisfactoria. Sí. En mi caso iba a
ver qué ocurría. Siempre confías en los demás, pero tal y como está el tema,
nunca sabes bien cómo irá el tema. Y ciertamente a día de hoy, puedo decir que
estoy contento con ellos. Por lo tanto, efectivamente, la recomendaría.
P.- En tus obras anteriores has optado
por la autopublicación. ¿Podrías decirnos tres ventajas y tres inconvenientes
de editar así y bajo el amparo de una editorial?
Con la autopublicación cuentas con
el hándicap de la distribución y la repercusión que pueda tener. Pues al final,
si no dispones de tiempo y dinero para promocionar y mover tu obra… digamos que
se queda reducido a un círculo más pequeño, de colegueo y familia. Ventajas
que pueda tener… está claro que el consabido yo me lo guiso, yo me lo como.
Con una editorial, o al menos en lo referente a mi experiencia, es que el
acabado es mejor, y de mayor calidad. Están los detalles más cuidados, y el
hecho de ver que tu novela se distribuye en todo el territorio nacional hace
que te decantes a favor de la segunda opción.
P.- Si hubiera otro confinamiento domiciliario, ¿con qué escritor te gustaría pasar los días y por qué?
Con un par, si se me permite. Con Isabel González, para aprender a reflejar ese mundo interior que nace en sus relatos. Expresar tanto en tan poco, me resulta un ejercicio admirable. Y con Santiago Lorenzo. Para ir planeando futuros paseos cuando se levante el confinamiento, por la plaza de cualquier pueblo el día de su santo patrón; con vaqueros gastados y camisetas viejas… con latas de cerveza de marca blanca en la mano, y observando absortos, a su bautizada mochufa, luciendo prendas de estreno y haciendo el paripé.
P.- Enero es el mes de los propósitos.
Cierra los ojos, ¿dónde te gustaría llegar como escritor en este 2021?
A ser leído. Para mí, aunque suene
reiterativo y bienquedas. El simple hecho de que alguien te diga que ha leído
algo tuyo, independientemente de si le pueda gustar o no, significa un mundo de
gratitud. Por lo tanto, me encantaría llegar a más lectores, evidentemente. Y si
les gusta lo escrito, eso ya te colma por completo.
P.- Echemos la vista atrás y dinos qué
novela te ha sorprendido (para bien o para mal, tú decides) de las que has
leído en el 2020.
Siendo sincero, sería releído. Y se
trata de El paseo, de Robert Walser. Porque me ha vuelto a transportar a ese
mundo concentrado de meditaciones mezcladas con sentimientos en su caminar.
Pasear reflexionando es algo que me parece maravilloso.
P.- ¿Cómo ha sufrido tu novela los
efectos de la COVID?
De lleno. Ya que la novela sale a la
venta a finales de febrero, y en marzo estalla todo. Pude hacer una
presentación, con sus medidas de seguridad y al aire libre en A Pobra de
Trives. Y aunque se anulasen el resto de ellas, esa presentación fue muy importante
para mí. Primero por lo que representa esa zona y sus gentes en mi vida, y
segundo por la repercusión que tuvo y la buena acogida. Menuda sorpresa me
llevé, todo sea dicho. Fue una tarde mágica.
P.- Comienza el año, ¿qué novela nos
recomendarías que también tuviera como marco el rock y la literatura?
Ahora mismo… las dos que me acaban de regalar: La biografía autorizada de Tom Petty por Warren Zanes. Y La sangre al río de Kike Babas y Kutxi Romero. Y aunque no esté ni gratinada, ni el horno a la temperatura adecuada para ser degustada, mi próximo libro, el cual acabo de finalizar. Una novela que sigue unos patrones diferentes, pero en la que el rock vuelve a estar presente en la vida de su protagonista principal, entre otros múltiples factores. Se mezclan intrigas y hechos, o datos históricos de otra cultura del pasado, con otra sucesión de personajes, que confío que serán del agrado de los lectores. La historia transcurre en diferentes y dispares escenarios, como pueden ser: New Jersey (Newark), una localidad ficticia del Campo de Calatrava, Y las terras de Trives.
Antes de finalizar, querría manifestar mi gratitud por la atención mostrada en esta entrevista, así como la encomiable labor que en este blog se lleva a cabo. Muchas gracias.
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