Ale Oseguera es escritora y periodista. Nació en México y vive en Barcelona desde 2006. Es autora de la novela Realidad en Mono y de los poemarios Tormenta de Tierra y Un hotel de cinco estrellas sobre un cementerio, galardonado con el XII Premio de Poesía La Nunca. Como performer ha participado en varios espectáculos escénico-literarios como Prostíbulo Poético, Poetry Slam, Slam de Escritura en Vivo y Expendeduría Poética. Con su grupo, Las Hermanas del Desorden, produce espectáculos con música en directo en los que se exploran las posibilidades teatrales de la poesía. En 2019 publicaron el disco de spokenword "La Musa Suicida" y realizaron una gira por más de diez ciudades en España. Actualmente presenta y coordina la sección de poesía del programa Todos Somos Sospechosos, de Radio 3 (RTVE) y escribe para la revista literaria Quimera y para el portal La Réplica.
P.- ¿De qué trata tu novela, Realidad en mono?
R.- En la novela cuento la historia de Richie Aristizábal, músico de culto, y su relación con la fama, el arte y sus excompañeros de banda. Trata de sus éxitos y caídas desde dos puntos de vista: el propio, como si fuese la evaluación de una autobiografía, y el externo, es decir, el ojo público, la prensa, los medios.
» En el fondo, la novela trata de la música como lenguaje y de los entresijos de la creación artística: la monetización del talento, la construcción de la identidad individual, la honestidad con uno mismo y las trampas del ego.
P.- Tu obra habla de lo que hay después de que alguien gane un concurso de talentos, desde convertirse en muñeco roto hasta definir tu propia música. ¿Por qué quisiste hablar sobre este tema?
R.- La historia de Richie y su grupo, Mono Real, me daba la oportunidad de explorar varios temas que me causaban curiosidad: los mecanismos por medio de los cuales una persona puede convertir su pasión en su medio de subsistencia y por otra parte, hasta dónde se pueden derribar las fronteras entre el arte y la industria, el personaje público y la vida privada. Es algo que sucede en la música, pero que también se da en otras disciplinas. Incluso en la cotidianeidad, todos tenemos una persona pública y una privada.
» Mis personajes pasan por un talent/reality show y también tienen que lidiar con la prensa de espectáculos y la prensa del corazón. Quería exponerlos a una situación extrema —en este caso la exposición pública permanente—, que es lo que una puede hacer con sus personajes. Quería meter un fuego verdadero en un congelador y ver qué pasaba. Es muy fácil criticar a los medios y a los personajes públicos desde fuera, pero al final, esas figuras de la radio y la televisión son humanas, sienten y sangran. Quería, pues, humanizar lo frívolo, darle otra dimensión al plástico, desvelar las costuras de aquello que nos venden como arte.
P.- Vienes del mundo de la
poesía, ganaste el XII Premio de Poesía La Nunca, ¿cómo ha sido cambiar del
verso a la prosa?, ¿te has llevado algo de ese lirismo a tu novela?
R.- En realidad no «vengo» del mundo de la poesía. Escribir es algo que he hecho siempre, independientemente del formato que luego adoptaran mis textos. Es verdad que mi primera publicación fue un libro de poesía. Aunque si nos vamos más atrás, lo primero que publiqué fue un relato corto en una revista que me dio un premio en México. Lo que quiero decir es que no ha habido un salto ni un cambio, no es como si la poesía fuese el escalón previo de otra cosa.
» En el caso particular de Realidad en Mono fue para mí muy interesante, y también muy divertido, escribir letras de canciones. Y ahí se me coló la poesía. Igual de divertido fue utilizar el formato de guion audiovisual en el relato. Estas dos cosas son algo que estuvo muy pronto desde que empecé a escribir la novela, varios años antes de la publicación de mi primer poemario. ¿Por qué? Porque yo no creo en una literatura que se ciña a límites, formas ni etiquetas. Al contrario, cada formato, cada estrategia, cada figura, es una posibilidad que tenemos como escritores para contar mejor nuestras historias.
P.- Realidad en mono está ambientada en el 2023, no queda nada para ese año, pero dinos, ¿cómo te imaginas los concursos de talentos musicales de aquí a cien años?
R.- Hace un par de años, el talent show The
Voice en su edición australiana lo ganó Sam Perry, que no es un cantante
como tal. Es un looping artist. Totalmente fuera de la zona de confort
de este programa. Menciono esto como ejemplo de que la música va evolucionando
día con día. Tanto en cuanto a medios tecnológicos, como en cuanto a
estructuras y formatos. Hace poco leí también sobre la muerte del coro en las
canciones. Bad guy de Billie Eilish es un buen ejemplo dentro del pop. O
ahí tienes el reguetón. Hace veinte años nadie se imaginaba que el reguetón le daría la vuelta al mundo. Estos ejemplos son la punta del iceberg, lo que se
ve; pero debajo de ellos hay millones de músicos creando, innovando.
» Creo que los concursos de talentos y los medios de comunicación masiva recogerán lo que se hace en la calle, en los locales más experimentales, lejos de los reflectores. Llegarán tarde a todas las tendencias, como siempre, pero llegarán y lo convertirán en un producto mainstream, comestible, y se lucrarán con ello. La industria seguirá creciendo, la rueda seguirá girando.
P.- En la novela también leeremos
los entresijos de la tele realidad. ¿Qué cambiarías de este tipo de televisión?
R.- Yo a toda la televisión le daría un twist
más cultural y menos de prensa rosa, pero lo que yo haría es irrelevante.
P.- ¿Se te ocurre cómo sería
algún concurso de talentos enfocado a la literatura?
R.- Bueno, ya existe algo así. En Perú
se televisa como si fuese un talent o un reality show, el Lucha Libro,
que es una competición en la que dos escritores se enfrentan para improvisar
texto, enmascarados como luchadores mexicanos. De este lado del océano se
realizan también eventos similares, pero no se televisan a nivel nacional. En
Barcelona tenemos los Slams de Escritura en Vivo, en Valencia está el Letring
Catch y en Zaragoza existe la versión local de Lucha Libro.
» Yo he participado en Escritura en Vivo como competidora, público y también he apoyado desde la producción. Creo que aquí funcionaría tanto como en Perú lo de televisar estas competiciones. Son un gran espectáculo, que es de lo que se trata la televisión: de que lo que veas ahí, sea un espectáculo. El público que nos ha visto te lo puede decir: es una gran experiencia. Ojalá algún imperio mediático, o alguna tele local pequeña y con buen espíritu, se animara a apoyarnos para llevar esto a la tele. Desde aquí dejo abierta la puerta.
P.- ¿Crees que en la literatura también existe ese lado oscuro de cambia esto de tu novela, cambia tu estilo, incluso, y te doy tal premio?
R.- Hasta donde sé, existe.
P.- La novela es un ir y venir de
referentes musicales. Dinos, ¿escuchas música para leer y para escribir?, ¿qué
tipo de música?
R.- Todo el tiempo. Y me gusta cantar en
voz alta. Ahora, cuando escribo o leo debo escuchar música sin letra o en un
idioma que no entienda, porque de lo contrario me voy con las palabras y me
desconcentro.
P.- Hay música en toda la novela,
de hecho, hay una playlist en Spotify
de Realidad en mono con 47 canciones.
¿Qué significa la música para ti?
R.- Uno de los hilos conductores de mi
vida es la música. Cada etapa, cada caída y cada alegría tienen un soundtrack
propio. La música es algo que me vibra muy dentro y apela a cosas de mí que no
son racionales, sino puramente emocionales. Y no tengo prejuicios con ella. Hay
canciones que detesto, por supuesto, pero incluso esos ciertos ritmos que
soporto apenas, intento entenderlos. Supongo que también me viene por contexto cultural
en el que crecí. México es un país extremadamente musical.
P.- Según tu biografía, desde
niña has optado ya por la lectura y la escritura, ¿cuáles son los libros que
recuerdas con más cariño de tu infancia?
R.- De la infancia primera guardo un buen
recuerdo de una colección de clásicos ilustrados que seguramente mi mamá trajo
a casa: El Quijote, El Cid, la Ilíada, cosas así. Y un libro maravilloso de
leyendas prehispánicas que todavía conservo. De la primaria recuerdo las
novelitas de la colección Barco de Vapor que nos daban a leer. En especial una
que se llamaba Los trece bandoleros, que busqué como loca ya de mayor en
plan fetiche. Como a los once tuve una profesora que me descubrió Momo y
La historia interminable. Y otra que me dio La metamorfosis.
Después de leer a Kafka cambió todo para mí. Se lo agradeceré siempre.
P.- Eres de nacionalidad mexicana
y tu novela está ambientada en México, ¿podrías recomendarnos alguna novela de
una autora mexicana que te guste especialmente?
R.- Bueno, no me gusta enmarcar mis
textos en fronteras geográficas. La idea es que, independientemente de en qué
ciudad, país o planeta estén ambientadas, apele a emociones humanas
universales. Lo mismo con la nacionalidad de los escritores. Debería darnos
igual el color de su pasaporte. Y también en este sentido, afortunadamente,
como mis músicos tienen éxito y viajan mucho, pasan cosas en Barcelona y en
Finlandia.
» En todo caso, y respondiendo a tu pregunta, haciendo un poco la reivindicación voy a nombrar a Sor Juana Inés de la Cruz. No sé si te va a contar como mexicana porque en realidad nació en el Virreinato de la Nueva España, pero ahí la dejo. Nunca está de más mencionar a la gran Sor Juana.
*Imagen de cabecera: Victor Hondartzape.
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Enlace a la playlist de la novela en Spotify