La cocina no tardó en convertirse en un antro de malos olores y nubes de moscas. Ninguno tenía ganas de ir más allá de mantener la puerta cerrada. Hacía demasiado calor. Hasta que alguien, no yo, tiró la carne. Estimulado, recogí algunas botellas de leche y bolsas vacías y maté una docena de moscas (pág. 82).
Editorial: Tusquets Género: drama País: Reino Unido Escrita en: 1978 Año de edición: 1982 Páginas: 153 |
Pregunta, ¿qué le sucede a un cadáver guardado en un cofre y tapado con cemento? En las respuestas cabría el comodín del público, desde luego, aunque la respuesta la hallaréis en el libro. Jardín de cemento se ancla en una familia que vive en los suburbios londinenses. Un día su padre fallece, y los cuatro hermanos deben aprender a valerse por sí mismos ya que su madre se encuentra enferma y apenas se levanta de la cama. Esta situación creará entre los cuatro hermanos un orden jerarquizante de tareas y un sistema de vida peculiar, macabro e inclusive incestuoso, como si fueran de otro mundo.
La historia la conocemos a través de Jack, uno de los hermanos de quince años de edad. Este narrador nos cuenta los hechos acaecidos en su familia a raíz de dolorosos sucesos, a la muerte de su padre le sucede la de la madre. Jack se despacha sin vergüenza y en un tono duro, en ocasiones hasta frío. Nos habla de su hermana Julie, de diecisiete años, de Sue, de trece, y de Tom de seis años y de la unión que crece entre ellos al quedarse al mando del hogar. Dejan de ir a la escuela y la casa se torna en un cúmulo de basura y amoralidad. Cada hermano se muestra con una personalidad definida y perfectamente independiente. De esta forma, Jack nos hace partícipes de sucesos morbosos sin ahondar en ellos. Por ejemplo, uno de los temas tabúes que se tratan es el travestismo. Tom, a su corta edad, siente que es mujer. Pese a que Jack es el único que al principio se muestra reticente, pronto cede al juego impuesto por su hermano, y las pelucas y los vestidos formarán parte del niño en gran parte del libro sin que nadie se escandalice por ello.
Tom llevaba un vestido anaranjado que se me antojaba conocido, y en alguna parte habían encontrado una peluca para él. Era de pelo rubio y lleno de rizos. Con qué facilidad iba a ser otro. Me crucé de brazos con energía. No es más que un vestido y una peluca, pensé, es Tom disfrazado (pág. 85).
Otro de los temas que se tratan es el incesto entre los hermanos. En la segunda página de la novela, Jack ya nos sorprende con uno de los juegos habituales entre sus dos hermanas y él. El lector no se espera tal escena, aunque ya presagia el comportamiento de los hermanos durante desarrollo de la trama principal. Le rocé un pezón con la punta del dedo. Estaba duro y arrugado como un hueso de melocotón (pág. 149). Todo este descontrol alegal, desembocará en la última escena, tan sugerente como luminosa.
En esta obra de McEwan los temas tabúes serán una constante, así como los cambios típicos de la adolescencia, como la masturbación o el acné. Encuentro también una mofa al sistema educativo y social del momento. Es incomprensible que unos niños se hagan dueños de una casa tras la muerte de los progenitores, y eso hace que el lector avance con rapidez para saber qué será de ellos y hasta qué punto son capaces de llegar.
Los personajes no son más de diez, aunque este número fluctúa durante la novela. Los hermanos no se encuentran solos, un quinto personaje es el cadáver, siempre presente en los cinco sentidos, y un sexto es Derek, el novio de Julie. Rápidamente, Jack siente celos por ese chico mayor y sociable que se muestra deferente y respetuoso con todos, inclusive se esfuerza por no sentirse aislado del núcleo familiar, que actúa como un pequeño grupo secreto aislado del mundo.
Fotograma de la película, 1978. |
¿Sabéis a qué obra me ha recordado Jardín de cemento?, a El guardián entre el centeno (1951), de Salinger. El narrador es también un joven adolescente que habla sin complejos de temas controvertidos en la edad en que se enmarcan. Puede que no se abordan los mismo temas, pero el tono con que ellos están contados y el revuelo que estos causaron me ha hecho crear tal puente literario.
En 1993 el director Andrew Birkin adaptó la película y fue seleccionada para competir en la cuadragésima edición del Festival Internacional de Cine de Berlín. Finalmente, obtuvo el Oso de Plata a la mejor dirección. En 2008 pasó al teatro de Cambridge con el título FallOut Theatre. Actualmente continúa sobre las tablas.
En 1993 el director Andrew Birkin adaptó la película y fue seleccionada para competir en la cuadragésima edición del Festival Internacional de Cine de Berlín. Finalmente, obtuvo el Oso de Plata a la mejor dirección. En 2008 pasó al teatro de Cambridge con el título FallOut Theatre. Actualmente continúa sobre las tablas.
Ian McEwan (Aldershot, Hampshire, 21 de junio de 1948). De padre
militar, pasó gran parte de su infancia en el Lejano Oriente, en
Alemania y en el Norte de África. Al regresar a Inglaterra se licenció
en Literatura Inglesa en la Universidad de Sussex y se formó en
creación literaria en la Universidad de East Anglia, donde fue alumno
de Malcolm Bradbury y de Angus Wilson. Su primera obra publicada fue el compendio de relatos Primer amor, últimos ritos, en 1975, que obtuvo el Premio Somerset Maugham
en 1976, luego se especializó en novela. McEwan se hizo célebre por
sus elaboradas descripciones de obsesiones sexuales y actos violentos,
llegando a ser censurado por la BBC en su serie de televisión
Geometría, y causando gran revuelo al recibir el Booker Prize por la macabra Amsterdam.
Es miembro de la Real Sociedad de Literatura y la Real Sociedad de las
Artes británicas, de la Academia Americana de las Artes y de las
Ciencias, y es Comandante del Imperio Británico. También ha escrito
guiones, como el que creó para la película El almuerzo del labrador (1990), una crítica política al gobierno de Margaret Thatcher. Fuente: Lecturalia.
¿Quieren un consejo? Lean la obra. No les llevará más de un tarde. Después cierren el libro y deléitense con la prosa de McEwan, quizá no sepa del todo bien, pero no se arrepentirán del sabor que les ha dejado.
Lo leí hace una eternidad, es un autor que me encanta!
ResponderEliminarY es cierto loq ue comentas, de algún modo también me recordó al libro de Salinger
Besos
Yo tengo que leer más de McEwan, ahora es imprescindible. Bueno, me alegra pensar que no he sido la única en compartir ese vínculo literario con "El guardián".
EliminarGracias por el comentario, Mientras Leo :)